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¿Podríamos sobrevivir a un ataque nuclear? Y... ¿es necesario un búnker?

Actualizado: 13 mar 2022

Como sabrás, pasé muchos años de mi vida (desde 2008 hasta finales de 2011) preparándome para una gran catástrofe. Propuse la construcción masiva de refugios antiatómicos en España ante el riesgo de Tormentas Solares, Pandemias, Guerras Nucleares y Apocalipsis varios no catalogados... Tanto yo como gran parte de los miembros de la asociación estábamos convencidos de que disponer de un búnker compartido, a pocos (o muchos) kilómetros de distancia de nuestras casas, era la mejor opción para sobrevivir a los escenarios mencionados... pero, ¿teníamos razón? Intentaré responder a ello un poquito más abajo, pero antes permíteme que te explique algo.



Ahora que la invasión de Rusia copa las portadas de los periódicos y satura los noticiarios de televisión, hemos empezado a oír voces de expertos quejándose de que no estamos preparados (tal y como ya adveríamos en su día), y que lo ideal sería disponer de refugios antiatómicos por si acaso a Putin se le termina yendo la olla. Todos sabemos del peligro al que nos enfrentamos si Rusia y la OTAN (o Estados Unidos y China) se enzarzan en un ataque nuclear contra Moscú. Todo vendría precedido por una primera bomba que recibiría casi de forma automática una dura réplica por el país atacado.



Antes de intentar responder a las preguntas del título creo que es muy importante conocer el potencial de cada país y saber cuál es el arsenal nuclear del que dispone. En la imagen de abajo podemos ver que Rusia es el territorio más poderoso en cuanto a cabezas nucleares (6,257), seguido de Estados Unidos (5,550).

Muy por debajo se encuentran Francia (290) y Reino Unido (225), dejando a España, como vemos en el mapa, así como a muchos otros países de Europa, con cero armamento nuclear. Protegidos éstos únicamente por la OTAN en caso de ser atacados.



En las últimas semanas he leído en muchos medios, incluso en diarios deportivos, decenas de artículos describiendo el poder destructivo de una bomba nuclear y cuál sería la magnitud en cuanto a pérdidas humanas. Como mero dato informativo, debo reconocer que algunos están muy bien. Nos ayudan a comprender cosas nuevas, incluso a mí, que terminé bastante puesto en cuanto a sus peligros y consecuencias, habiendo profundizado mucho en ellos en el pasado. El problema que veo es que hablar de una sola bomba nuclear no es del todo realista. Lo vemos en este vídeo que te dejo aquí abajo.


La simulación que vas a ver a continuación fue creada recientemente por la Universidad de Princeton en Estados Unidos, basándose en estadísticas de probabilidad así como en tácticas bélicas considerando todas las variables de una hipotética guerra entre Estados Unidos, la OTAN y Rusia.



1.- DISPAROS DE AVISO NUCLEARES

La simulación comienza en el contexto de un conflicto convencional. En un intento de evitar el avance de Estados Unidos y la OTAN, Rusia lanza un primer ataque como aviso desde una base cerca de la ciudad de Kalingrad. La OTAN responde con un único ataque por aire.


2.- PLAN TÁCTICO

2.6 millones de muertes inmediatas | Duración: 3 horas

Tras el ataque cruzado, el conflicto provoca una escalada que daría inicio a una guerra nuclear en Europa. Rusia manda 300 cabezas nucleares por aire y misiles de corto alcance para neutralizar a las tropas de la OTAN, evitando así su avance. La OTAN por su parte, responde con aproximadamente 180 cabezas nucleares utilizando para ello aviones.


3.- PLAN DE CONTRARRESTO

3.4 millones de muertes inmediatas | Duración: 45 minutos

Con Europa ya destruida, la OTAN lanza un ataque nuclear estratégico de 600 cabezas nucleares por tierra y misiles submarinos desde Estados Unidos, siendo el objetivo clave las fuerzas nucleares rusas. Antes de perder sus sistemas nucleares, Rusia lanza un nuevo aviso, respondiendo con misiles disparados desde silos, vehículos movidos por carretera y también por submarinos.


4.- PLAN DE CONTRAVALOR

85.3 millones de muertes inmediatas | Duración: 45 minutos

Con el objetivo de inhibir la capacidad de recuperación del bando contrario, tanto Rusia como la OTAN apuntan a las respectivas 30 ciudades con más población y centros económicos, usando entre 5 y 10 cabezas nucleares, dependiendo del número de habitantes.


5.- RECUENTO DE VÍCTIMAS

91.5 millones de muertes | Duración total: 5 horas

La cifra definitiva sería en realidad mucho mayor teniendo en cuenta enfermedades a largo plazo por radioactividad y los millones de muertes que se irían produciendo a lo largo de los días como consecuencia de las heridas mal curadas, los derrumbes de edificios, el caos, el hambre.


No haré aquí mucho hincapié en la pérdida patrimonial. Aunque una de las cosas que se busca en cualquier tipo guerra es debilitar al país "enemigo". En nuestra escala de valores todos estamos de acuerdo en que una vida vale más que un edificio, un monumento o un museo. Pero no hay que olvidar que hacer tambalear sanitaria y políticamente a España, Inglatera o cualquier otro país es uno de los principales objetivos de cualquier conflicto armado. Por eso precisamente, y hasta la fecha (08/03/22), nadie ha intervenido en la invasión de Rusia en Ucrania. Todo lo que Europa y resto del mundo puede hacer ahora mismo es ofrecer ayuda humanitaria y solidaridad con el éxodo de ucranianos que huyen de su país.


Lo prometido es deuda: ¿Podríamos sobrevivir a un ataque nuclear?

La respuesta a esta pregunta solo depende de un dato: ¿cuán cerca estamos del impacto de la bomba? Parece obvio, pero es lo único que me interesa saber para responderla, ya que cuanto más cerca estemos, más riesgos y peligros vamos a tener que afrontar: radiación, calor, tornados, lluvia de escombros, derrumbe de estructuras y edificios, etc. Quizá haga otro post analizando las variantes en función de nuestra proximidad a la zona zero y cómo podríamos ampliar las opciones de supervivencia.


Y... ¿es necesario un búnker?

Necesario, lo que se dice necesario no es. Y no lo es por la sencilla razón de que logisticamente nos va a ser imposible desplazarnos de A a B en el brevísimo espacio de tiempo en que todo ocurre desde que la bomba detona.

Por más que yo quiera seguir defendiendo la idea del refugio antiatómico, lo cierto es que muy probablemente durante el primer ataque nos encontremos en la calle o el trabajo. ¿Que cómo lo sé? Pues la verdad es que no lo sé, pero lo imagino. En la calle o en el trabajo es donde más horas del día pasamos las personas laboralmente activas. Olvidemos las horas de sueño. Centrémonos en el hecho de que, de 6 de la tarde a 10 de la noche son las únicas horas del día en que más tranquilos estamos en casa. Así pues, digamos que entre las 7 de la mañana y las 6 de la tarde sería una hora "propicia" para que reinara el caos. Quizá me equivoque, pero no se me ocurre que el lanzamiento de una bomba nuclear —la primera después de 77 años desde lo de Hiroshima y Nagasaki— se vaya a producir mientras sacamos al perro de noche o le damos de merendar a los niños. La gran mayoría de los que vivimos a las afueras, en pequeños pueblos, nos vemos obligados a viajar al centro de la ciudad para acudir al trabajo o a la escuela. Las grandes ciudades acogen ya desde primeras horas del día a una marea humana, convirtiéndose en objetivos más que atractivos para infligir un mayor daño al oponente.

Recuerda que el primer ataque de las Torres Gemelas del 9/11, se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center de Nueva York a las 8:46 a. m. Diecisiete minutos después, a las 9:03 a. m., la Torre Sur del mismo complejo fue golpeada por otro avión. En poco más de hora y media, ambas torres se derrumbaron quedando reducidas a escombros. Un tercer vuelo impactó contra el lado oeste del Pentágono (la sede del ejército estadounidense) a las 9:37 a. m. El cuarto y último avión se estrelló en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania, a las 10:03 a. m.

A las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945 un avión estadounidense sobrevolaba la ciudad de Hiroshima, dejando caer la primera bomba nuclear que se utilizaba con fines bélicos, conocida como Little Boy.

Tres días después, el 9 de agosto de 1945, Fat Man ―nombre de la segunda bomba― se activó en pleno vuelo, siendo lanzada de emergencia por el piloto sobre la ciudad de Nagasaki a las 11:02 a.m.

Las explosiones en los cuatro trenes de la red de Cercanías del atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid tuvieron lugar entre a las 7:38 y 7:40 a.m.

Así podríamos estar hasta mañana: el atropello masivo de Londres el 22 de marzo de 2017 en el puente de Westminster tuvo lugar a las 2:40 p.m., el atentado de similares características en las Ramblas de Barcelona el 17 de agosto de ese mismo año a las 4:56 de la tarde


Con todos estos antecedentes, me inclino a pensar que si fuéramos atacados, lo más normal es que ocurriera primero en una gran ciudad, de lunes a viernes y a una hora comprendida entre las 7 de la mañana y las 6 de la tarde.


Si te pilla en casa:

En caso de ataque nuclear, el búnker más seguro es permanecer en nuestro domicilio. Las paredes de hormigón son nuestra mejor protección contra la radiación y la onda expansiva y, si bien un parking comunitario dentro de nuestro edificio a varios metros bajo tierra sería más adecuado, en casa tenemos alimentos y agua para sobrevivir las 48 horas que deberíamos permanecer en ella sin salir. Si tenemos la fortuna de que el centro de la explosión se produce a una distancia de nuestro hogar de entre 15 a 30 kilómetros, las posibilidades de salir con vida son bastante elevadas.


Si te pilla en el trabajo o en la calle: Suponiendo que el búnker estuviera a una distancia de entre 5 a 10 km de tu puesto de trabajo, tus opciones de llegar a él son del 0,01%. Tras el impacto de una bomba atómica, lo último que deberías hacer es conducir tu coche. Las puertas de metal y las ventanas de cristal van a ser demasiado delgadas para protegerte de la radiación gamma. Las autocaravanas tampoco ofrecen un refugio adecuado.

Trata de encontrar un sótano o un edificio de varios pisos, recordando que el factor clave es poner la mayor cantidad de capas gruesas entre tu cuerpo y la lluvia radiactiva. Estamos hablando de hormigón o ladrillo, así que las oficinas de cristal, los centros comerciales acristaladnos o las casas de madera no son la mejor opción.

Si quieres bloquear el 99% de la radiación tienes que refugiarte detrás de 12,5 centímetros de acero, 40 centímetros de ladrillo o 60 centímetros de tierra compactada. Si estás en una ciudad como Madrid o Barcelona con un sistema de metro, dirigirse a él. Ofrecerá un nivel decente de protección.

Suponiendo que hayas entrado en algún lugar por encima del suelo, evita los pisos superiores, pues toda la toda la lluvia radioactiva se asentará en los techos. El objetivo de entrar en el interior es permanecer lo más lejos posible de esas molestas partículas de polvo que emiten niveles peligrosos de radiación gamma, que podrían provocar un envenenamiento por radiación.

Si tienes tiempo, intenta cerrar las zonas por las que podría entrar la lluvia radiactiva: puertas, chimeneas, aires acondicionados, ventanas…


Si durante tu huida a pie, corriendo como un loco, crees que te han caído partículas radiactivas encima, en tu pelo o en tu ropa, estás en riesgo de contraer envenenamiento por radiación aguda. Sería una mala señal si ya has comenzado a vomitar. Dado que tu intestino es muy sensible a la radiación, vomitar es una señal de que has que has absorbido una dosis bastante fuerte de radiación y el pronóstico es probablemente la muerte.

Si no has empezado a vomitar, hay muchas cosas que puedes hacer para deshacerte de la lluvia radiactiva que pueda haber en ti. Quítate con cuidado la capa exterior de la ropa —esto puede eliminar el 90% del material radiactivo— ponla en una bolsa de plástico y déjala en algún lugar lejos de ti. Tómate tu tiempo, quitártelo todo muy rápido puede liberar polvo radiactivo y eso no va a ayudar a nadie.

Una ducha también sería muy útil, por supuesto que te puedes dar con un poco de jabón y champú, pero no uses nunca acondicionador. Se unirá a las partículas radiactivas de tu cabello y con mucha probabilidad no tardarás en perder pelo.. pues como ya sabemos, éste es una de las muchas víctimas de un desastre nuclear. Si no tienes una ducha cerca, lávate la cara, las manos y cualquier parte del cuerpo que haya quedado al descubierto utilizando un lavabo o una toallita húmeda.


Mucha gente cree que este tipo de ataques nucleares vendrían predecidos por algún tipo de aviso, pero la realidad es que casi ningún país posee detectores de misiles nucleares, pero creo que solo Estados Unidos dispone de algo así. El resto de países, por desgracia, solo tendríamos constancia de haber sido atacados cuando viéramos la gran bola de fuego estallar ante nuestros ojos.


Entonces… ¿por qué promoví la construcción de búnkeres antiatómicos?

Porque el plan no solo era sobrevivir al 21 de diciembre de 2012 (fecha en la que suponía iba a terminar el mundo, según el calendario Maya). No me avergüenza admitir que todo se inició así, pero la idea evolucionó hacia algo más productivo y sensato, ampliando el abanico de peligros contrastados: tormentas solares, pandemias, ataques nucleares, crisis energéticas, etc. Queríamos poner en marcha un proyecto sostenible para disponer no de uno, sino de cientos de búnkeres en las principales ciudades de España. Refugios públicos a los que la población tuviera acceso en caso de amenaza nuclear o de cualquier otra índole. Sabíamos que no iba a ser sencillo, por eso en parte fracasó. Porque para hacerlo prosperar lo primero que hace falta es que exista una amenaza real que los haga necesarios y, segundo, un trabajo pedagógico y de concienciación que logre, tras muchos años, cambiar el orden de prioridades del Gobierno en cuanto a seguridad nacional.

En suiza, por ejemplo, han hecho los deberes. Llevan décadas construyendo refugios antiatómicos y casi toda la población tiene acceso a ellos. De lo cual podemos deducir que en caso de Guerra Nuclear, gran parte de los supervivientes del nuevo mundo ¡hablarán francés, alemán, italiano y romanche!

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